¿Sabe usted qué bancos condonan deudas a determinados partidos? ¿Quiénes son sus donantes? ¿Con qué empresarios se reúnen y a qué acuerdos llegan? ¿En qué gastan, a nivel de factura, sus presupuestos? Si la respuesta es no, seguramente se le haga difícil entender que el capítulo de Transparencia Internacional (TI) España haya concedido a los partidos políticos una nota media de 8,3 sobre 10 en transparencia justo antes de las elecciones. El doble, nada menos, que en 2014. Casi todos sacan sobresaliente, o se acercan.

Aunque esa organización admite que los diez indicadores sobre los que basa su informe incluyen sólo la “información mínima fundamental”, la publicación de este tipo de ránkings puede rebajar los niveles de exigencia de los partidos, creando complacencia y una falsa sensación del deber cumplido, de que no hay margen de mejora. Y lo hay. Mucho.

Aunque en su nota TI asegura que estos criterios, de mínimos, irán endureciéndose en las próximas ediciones, lo cierto es que para el análisis de este año han reducido el nivel de exigencia con respecto a su propio informe de 2014. Cuatro indicadores se han rebajado:

  • En 2014 valoraban que un partido declarase que estaba excluyendo de sus listas electorales tanto a investigados como a procesados por delitos de corrupción. Este año, sólo pregunta por los procesados. Esta modificación permite al PP y al PSOE contar con ese punto completo para sumar a su nota final. Otra cosa es que cumplan esa declaración.
  • El año pasado, TI pedía el desglose orgánico y geográfico de gastos e ingresos y de “los bienes patrimoniales” de la formación y, en esta edición, han eliminado la obligación de publicar los bienes patrimoniales.
  • En el informe anterior, exigían la publicación del CV de cada uno de los candidatos de las listas, ahora sólo se reclama que se publique el de los “principales”. Gracias al cambio, el PP, publicando solo el CV de algunos cabezas de lista, y Ciudadanos, que sólo cuenta con seis miembros de su partido en Andalucía, consiguen un punto. Podemos, que publica los CV de todos sus candidatos, se lleva, en cambio, medio punto.
  • Antes se pedía que se publicaran los dos últimos presupuestos con sus dos liquidaciones. Ahora sólo exigen la última liquidación, no ambas.

De los 10 indicadores que valora Transparencia Internacional, cuatro tienen relación con los presupuestos y las cuentas de los partidos, lo que refleja la importancia de este aspecto. Es el nivel de detalle de la información que aporta cada partido lo que determina en gran parte si está siendo transparente o no. ¿Y cómo lo hacen? Cada cual a su manera. Con respecto a las cuentas, todos los partidos se llevan la nota máxima menos IU, pese a que la diferencia entre el alto nivel de detalle de las cuentas de Podemos y el del resto de partidos es evidente. Aunque el informe habla de “detalle” de las cuentas, es cierto que las pocas cifras aportadas por el resto de partidos no permiten conocer con precisión en qué gastan y cómo ingresan las formaciones políticas.

En cuanto a los presupuestos, tanto Izquierda Unida (IU), como PSOE, UPyD y C’s se llevan un punto completo, pese a contar un un nivel mínimo de detalle. Por ejemplo, C’s sólo muestra 4 cifras de sus ingresos. A Podemos, que publican sus presupuestos de forma semestral, le dan medio punto aunque su nivel de detalle sea similar al de cualquiera de los partidos anteriores. Caso aparte es el del PP, que ni siquiera publica sus presupuestos.

Pero ¿se valora la exactitud de la información? ¿O se valora únicamente que algunos datos “figuren”? Un caso al azar es el de los presupuestos de C’s en 2015, que revela que la información aportada contiene erratas e incoherencias. Por un lado, el subtotal de Comunicación aparece como 1.215.000 al principio, pero como 219.000 al desglosarlo. Por otro, en el de Personal figuran 173.677€ por un lado, “733.00€” (sic) por otro, y la cifra real es 733.000 euros. Un error lo comete cualquiera, pero da muestras de la falta de verificación y de atención al detalle de los propios partidos con sus cuentas, y de los evaluadores en su labor de control.

Dos de los criterios están vinculados con la corrupción [contrasta con la advertencia que hace Transparencia Internacional en su nota de prensa: “Esta evaluación de los Partidos no tiene relación alguna con el tema de la corrupción, por lo que no se puede obtener ninguna conclusión que pudiera relacionar esta evaluación de la transparencia con el fenómeno de la corrupción política“]. Es el caso del punto otorgado por firmar una “declaración de inexistencia en las listas electorales de procesados por corrupción”. Además de que este asunto no está relacionado directamente con la transparencia, es el ejemplo más claro de un análisis que se queda en la superficie (promesas, declaraciones de intenciones) pero no estudia la realidad. Tanto PSOE (aquí, un ejemplo) como PP (aquí, un ejemplo) e IU (aquí, un ejemplo) llevan en sus listas a candidatos procesados por delitos de corrupción. Pese a ello, el PP y el PSOE se llevan un punto por contar en su página con esa declaración, la cumplan o no; e IU se lleva medio punto, por asumirla como suya aunque de forma parcial.

Algo similar ocurre con el apartado que otorga un punto por publicar el procedimiento de control y/o auditoría interna del partido. Ciudadanos a este respecto explica –en dos párrafos que no entran en la descripción de la fiscalización– que serán cinco los miembros de su propia Comisión de Control Económico y Transparencia que examinarán cada trimestre la ejecución presupuestaria. En ninguna parte consta quiénes son sus integrantes, qué proceso siguen o el resultado de dichos controles. Al otro lado de la balanza, Podemos publica un exhaustivo documento de 16 páginas que desglosa la metodología, punto a punto, de sus auditorías internas. Más laxos son PSOE, que anuncia la creación en 2015 de una Unidad de Control de Gestión ad hoc de la que no existe más información; UPyD, que sí recoge quiénes serán los encargados de estas funciones; y la mecanografiada explicación del PP, que enumera las pruebas de control interno del partido.

Un buen ránking sobre transparencia en cualquier institución, incluidos los partidos políticos, necesita tiempo y recursos para profundizar y monitorizar que se cumplen determinados objetivos. Es mucho más complejo que dar un número. La metodología y criterios utilizados por cada organización son siempre debatibles, pero desde nuestro punto de vista valorar con el mismo peso un enlace a una frase en los estatutos que la publicación en detalle que los gastos electorales no encaja con una visión cualitativa de la información. Para nosotros, los partidos que no cumplen unos criterios básicos: publicación de sus agendas de trabajo completas, presupuestos y liquidación a nivel de factura, información sobre donantes y condonaciones de deuda, uso de formatos reutilizables… no podrían llevarse nunca un 10 sobre 10. De hecho, la mayoría de las formaciones políticas en España ahora mismo suspendería.

Además, es especialmente relevante que los tres partidos políticos que han conseguido la nota máxima hayan firmado convenios con TI España, que actúa como evaluador y consultor al tiempo. De hecho, según la propia entidad, la mejora de los resultados se debe “a la clara implicación de estas formaciones políticas en el proceso de evaluación desarrollado por esta organización”. ¿Con todos el nivel de interlocución de Transparencia Internacional es el mismo? Además, hay más factores que inciden en la mejora, si la hay, de transparencia en los partidos políticos. En todo caso, poner el listón muy bajo y no vigilar el cumplimiento de ciertos compromisos no ayuda a difundir la necesidad de una transparencia efectiva y de fondo.