Hoy, 28 de septiembre, celebramos un año más el Día Internacional del Derecho a Saber. Esta iniciativa surgió de la sociedad civil en el año 2002 durante un encuentro en Sofía (Bulgaria). Activistas de diversos colectivos pro-transparencia y por la libertad de expresión de 15 países se reunieron para poner sobre la mesa los obstáculos que las administraciones públicas de sus respectivos países les imponían para acceder a la información pública e identificar estrategias coordinadas de presión y sensibilización para lograr que este derecho fuera reconocido -donde aún no lo era- o fortalecido -donde no existían suficientes garantías-.

Desde entonces, una comunidad activa de organizaciones civiles pro-transparencia, cada vez más dinámica y capacitada, trabaja de manera conjunta para consolidar el Derecho a Saber como un derecho esencial para el funcionamiento democrático de las sociedades, para promover la transparencia de las instituciones públicas y fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones.

En todo el mundo, los ciudadanos exigen cada vez más una mayor participación cívica en los asuntos públicos y la búsqueda de la transparencia. El Día Internacional del Derecho a Saber es una jornada que nos recuerda que la mayoría de los avances han sido fruto de la colaboración entre las administraciones y la sociedad civil, y que hoy es más necesario que nunca que los ciudadanos se involucren más en el proceso. Por eso, queremos hacer hoy un modesto repaso por la labor que, bajo el paraguas del proyecto Tuderechoasaber.es, hemos desarrollado en España las dos organizaciones promotoras (Civio y Access Info Europe) para habituar a la gente a ejercer el derecho a solicitar información a las instituciones y lograr respuestas. Si tuviéramos que quedarnos con una única lección aprendida, lo tendríamos claro: desde marzo de 2012, los ciudadanos españoles han demostrado sobradamente que, si cuentan con mecanismos sencillos, ágiles y abiertos para solicitar información a los organismos públicos, existe un amplio interés por utilizarlos y satisfacer así su legítima necesidad de información. Tanto de forma individual como organizada. El centro del Derecho de acceso lo ocupas tú como ciudadano. El derecho a saber comienza por el deber de preguntar. Por eso está en tu mano ejercerlo.